martes, 17 de julio de 2012

Cuando Dios hizo el edén pensó en Colombia


Anoche ingresé a Facebook y vi que uno de mis antiguos estudiantes había compartido una imagen sacada de "Colombianadas del Facebook" que iba acompañada de la siguiente frase (muy a lo Nino Bravo) : "Al tercer día, Dios creó el paraíso... y lo llamó Colombia". Debo reconocer que la relación Colombia-paraíso me pareció totalmente absurda, por lo que me permití comentar la imagen y asegurar que nadie en su sano juicio podría afirmar tal cosa, salvo que sea congresista o dueño de una funeraria.


Mi estudiante/amigo me respondió con toda sinceridad que, a su juicio, obviando a los terroristas, corruptos, violadores y demás personas que le hacen daño al país, Colombia es un paraíso cultural y natural, gracias incluso a la gente buena que aquí vive y trabaja. 

Creo no equivocarme al suponer que Juan (así se llama el estudiante en cuestión) no es el único que ve las cosas de esa manera. De hecho, su perspectiva de país tiene por fuerza que ser la dominante, pues esto que llamamos sociedad no podría funcionar sin un altísimo grado de optimismo generalizado. Si no, ¿para qué proyectarnos a futuro por medio del trabajo, el ahorro, el estudio, la familia y los inútiles aportes a salud y pensión? 

El problema radica en que nuestro optimismo es constantemente llevado al límite por los conflictos sociales que padecemos y transformado en negación psicológica e indiferencia social. Por ponerlo en términos patrios, amamos nuestro himno tanto como odiamos nuestro escudo: sabemos que ya no hay cóndores, ni abundancia, ni libertad, ni canal, pero nos gusta  pensar que "cesó la horrible noche" y que "en surcos de dolores, el bien germina ya".

Personalmente, me atemoriza pensar en un país negacionista e indiferente. Pero cuando alguien me pregunta por qué, pudiendo vivir en otro lado, vivo aquí, digo que por el respeto que me produce el coraje y la tenacidad con que muchos colombianos de a pie se rebuscan la vida honestamente en vez de tomar atajos violentos o corruptos. En síntesis, Colombia no es ni de lejos el paraíso, pero diariamente encuentro por el camino muchísimas personas que nos salvan de vivir un infierno. 

Una de esas personas fue la pintora Débora Arango, que supo plasmar como pocos las contradicciones que vive nuestra sociedad. En su honor, el Museo Nacional está llevando a cabo una exposición llamada "Sociales. Débora Arango llega hoy", en la que podemos encontrar obras tan importantes como Huelga de estudiantes, El tren de la muerte, Los derechos de la mujer, La lucha del destino, Justicia, o El almuerzo de los pobres. La exposición estará en  Bogotá hasta el 19 de agosto y es una oportunidad única para experimentar en carne propia la paradoja colombiana: un país duro y violento pero en el que uno nunca se aburre. 

1 comentario:

  1. Excelente comentario maestro, la negación siempre sera la reproducción del Statu Quo y el fortalecimiento de la enajenación a la cual hemos sido sometidos desde la colonia... No somos un país feliz, pero somos un país donde siempre se han desatado luchas.

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