jueves, 14 de junio de 2012

Parques y mujeres. Los protagonistas de nuestra tele.


La agenda mediática de estas últimas semanas ratifica lo que muchos colombianos pensábamos hace tiempo: los parques públicos son lugares peligrosos, sobre todo de noche. La consecuencia de esa premisa es que sólo nos queda elegir entre los centros comerciales o la televisión para reforzar nuestros lazos familiares. La ventaja que brinda la televisión es doble: permitirnos ratificar una y otra vez lo peligrosos que son los espacios públicos, sobre todo de noche, sin tener que gastar dinero haciendo compras inútiles. La televisión, entonces, supera en comodidad, seguridad y economía tanto a los parques públicos como a los centros comerciales. Por tanto, podríamos decir la televisión es la gran beneficiaria de todo lo malo que tiene lugar en los parques públicos.

Ejemplos de lo anterior son el caso Colmenares y el caso Rosa Cely, que han recogido, cada uno a su manera, un buen porcentaje de la atención de un país acostumbrado a la violencia.  Digo “cada uno a su manera” porque aunque ambos sucesos acontezcan en parques públicos (para beneficio de la televisión), tanto las rutinas periodísticas que les han permitido constituirse como noticias como el impacto que pueden llegar a tener en la sociedad son bastante diferentes.
El caso Colmenares tiene todos los elementos característicos de un thriller: conspiraciones, testimonios cruzados, grupos aristocráticos en disputa, preguntas irresueltas y ambigüedad moral, entre otros. Analizado a fondo, es una perla mediática: posee un enorme poder para cautivar audiencias y no tiene efectos secundarios; es decir: no revela problemas estructurales de nuestra sociedad ni saca a la luz un mal social profundo, lo que lo hace manejable y entretenido.

El caso Rosa Cely es todo lo contrario: brutalidad absoluta, perturbadora y mórbida que sólo puede tener sentido si a través de ella se pone en evidencia un problema estructural de género en Colombia, una sociedad acostumbrada a relegar al plano de lo doméstico, ocasional y pasional la violencia que padecen de forma sistemática la gran mayoría de sus mujeres.

En un país donde una mujer es violadacada hora y casi tres son asesinadas cada día, donde la violencia sexual es unarma de guerra y donde el machismo configura el sistema de valores que cohesiona a las familias, no extraña que los medios de comunicación jueguen a ser aprendices de brujo. Aquí, a un documental sobre maltrato a la mujer le siguen en parrilla “Sin tetas no hay paraíso”  y “Protagonistas de nuestra tele” en el que pareciera se seleccionan las futuras actrices para la emergente industria porno colombiana. Aquí,  golpear, violar, quemar viva y en últimas matar a una mujer se describe  “crimen pasional”,  y con esto se sugiere que ellas lo provocaron de alguna forma; bien sea por guapas, valientes, coquetas o infieles. Aquí, se denuncia la grabación de un vídeo porno en Cartagena pero no se dice nada de la prostitución infantil que carcome la costa caribe. Aquí, como dijo alguna vez John Berger, “el hombre es quien actúa, la mujer sólo aparece”.

La paradoja de todo esto radica en que los Medios de Comunicación son a la vez gran parte del problema como de la solución. Al ser poderosos movilizadores de emociones, valores y significados socialmente compartidos, tienen en sus manos el rediseño de los roles y los significados atribuidos a la mujer en el mundo contemporáneo. Ojalá que la punta de lanza que significa el caso Rosa Cely no esté dirigida sólo por la indignación sino que nos permita comprender la necesidad de un cambio tanto en los códigos como en las interacciones de género.

Finalmente, quiero sugerir dos películas ideales para evitar tanto la salida sofocante a centro comercial como el suicidio neuronal que supone “Protagonistas de nuestra tele”: La primera de ellas es “La chica del dragón tatuado”, dirigida por David Fincher e ideal sumergirse en nuevas formas de feminidad actuante, independiente y empoderada. 


“Precious”, dirigida por Lee Daniels, es mi segunda sugerencia. Describe de forma descarnada, y al mismo tiempo muy personal, los vínculos profundos que existen entre la violencia sexual, la segregación socio económica y la educación, refutando el topicazo de que lo que pasa en casa se queda en casa. 

2 comentarios:

  1. Hey rolo de veintisiete... ¿cómo va esa vida?

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  2. Con veintiocho, trabajando en la USTA. Cuándo vienes? Tenemos que ponernos al día.

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