jueves, 18 de abril de 2013

A mí me gustó

No me voy a poner con rodeos: me gustó que Maduro ganara las elecciones, y me gustó aún más que ganara por ese estrecho y sospechoso margen de 200.000 sufragios. Digo esto con el riesgo de perder la estima de algunos amigos y amigas venezolanos que tenían puestas sus esperanzas en una eventual victoria de Capriles.

Sin embargo, debo aclarar lo siguiente: no me gusta para nada Nicolás Maduro. Es más, creo que nada bueno se debe esperar de su gobierno. Digo, eso sí, que me gusta su victoria. ¿Por qué? Sencillo: Venezuela está al borde de un colapso económico fruto de 14 años de gobierno chavista, por lo cual sería injusto que cualquier otra persona que no sea el hijo bobo de Chávez tuviera que hacerle frente a la crisis que se avecina. Visto desde un plano estrictamente económico, este es el momento propicio para que haya continuismo en el gobierno, así se acaba de tocar fondo y las responsabilidades caen sobre quienes tienen que caer.

En este sentido, Capriles puede darse por bien servido. Los resultados de su campaña no pudieron haber sido mejores: estuvo lo suficientemente cerca de Maduro como para evidenciar que para los venezolanos Maduro no es Chávez, y lo suficientemente lejos como para no subirse en un carro ganador que va sin frenos hacia el desbarrancadero. De otra forma, en Venezuela se hubiera hecho realidad lo que se nos cuenta en Las locuras de Dick y Jane, (película protagonizada por Jim Carrey) cuando el ingenuo de Dick Harper, trabajador de "Globodyne" es ascendido repentinamente a vice-presidente de comunicaciones con el único fin de convertirle en la cara visible y el chivo expiatorio de la inminente quiebra de la compañía.



Alea iacta est, decían los romanos. Ahora sólo queda esperar a que los oficialistas acaben de pelar el cobre, como decimos los colombianos. Mientras tanto, una mensaje de consuelo, amigos venezolanos: aquí estamos igual o peor que Ustedes. Tenemos un caudillo, vivo todavía, que no deja gobernar, y que hizo en ocho años mucho más daño al país de lo que Chávez y Maduro podrían haber hecho en el suyo. Si Ustedes, mis hermanos, tienen que soportar cuentos de pajaritos parlanchines, nosotros nos creímos uno de una gallina con tres huevitos. Y si en la patria del Libertador se manosea la palabra "pueblo", aquí es peor, aquí nadie la menciona. 

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