jueves, 7 de marzo de 2013

Café, rosas y chocolates

Untitled, Barbara Kruger, 2010. Portada de la revista W
¿En qué se parece el paro cafetero al día de la mujer? En que su manejo por parte de la sociedad en general y de los medios de comunicación en particular termina generando estados masivos de falsa conciencia.

Me explico: sólo hace falta prender el televisor a las siete de la noche para que aparezca un busto parlante diciendo que por culpa de los cafeteros el país está comprometiendo su seguridad alimentaria, vial y financiera, y que los camioneros se les han unido y que han bloqueado las vías con el único fin de joder al resto del país. También se dice, eso sí al final del reportaje, que los pobres empresarios de nuestra gloriosa nación han perdido un potosí por culpa de esa mala gente. Valga decir que ese tipo de construcción noticiosa no es exclusivo de la huelga cafetera sino general a toda manifestación de desobediencia civil. Aquí, cualquiera que proteste, según RCN o Caracol, atenta contra el "bien común" y el "orden público". Como si tales cosas existiesen realmente en Colombia.

Si en la televisión llueve, por las redes sociales no escampa. En un día como hoy van y vienen imágenes, fotografías y postales saturadas de rosas, pétalos, corazones, vírgenes, etc. Todas ellas acompañadas de mensajes que agradecen a la mujer por tener un útero, por la leche que sale de sus senos, y por su ternura y su dedicación en el hogar. Se las llama una y otra vez "compañeras ideales", "criaturas angelicales" y "madres y amigas fieles" entre otros topicazos más. Eso porque se celebra el día internacional de la mujer, cuyo espíritu original era el de conmemorar el camino tortuoso que han tenido que andar las mujeres para aspirar a una mediana equidad de género. En contraprestación, los hombres de este país les regalamos chocolates, rosas, peluches, perfumes y cuanta tontería dulzona se nos ocurre. De ahí se deduce que como cultura  seguimos asociando a la mujer a nociones como belleza, maternidad, crianza, cuidado, obediencia y abnegación. Por otra parte, laboriosidad, civilización, coraje,  progreso, inteligencia y audacia siguen siendo en en fondo características reservadas a lo masculino.  

Con lo cual, tenemos dos situaciones en las que la ideología logra distorsionar los hechos, por muy elocuentes que estos parezcan ser. Primera, una masa enorme de ciudadanos de a pie que no apoya ni entiende el paro cafetero, y que por consiguiente no se solidariza con las necesidades de un sector al que se le debe gran parte del desarrollo del país; un sector que no ha sucumbido a las tentaciones del narcotráfico y que paga un alto coste por ello. Resultado: falsa conciencia de clase.

Segunda: unas niñas que al igual que sus madres y abuelas creen que el día de la mujer es un día para hincharse a chocolates, sentirse bellas, recibir halagos y conectar con su matriz. Resultado: falsa conciencia de género.

Así pues, sumando por encima tenemos que más de la mitad de la población colombiana no es consecuente con sus condiciones de existencia, lo que crea las condiciones para que sigamos tan idiotas y tan contentos y contentas como hasta ahora.

Consejos: 1) no le coma a los medios, pregúntese por qué dicen lo que dicen y a quién le están guardando la espalda. El paro cafetero es un nudo de intereses que se enredan en torno a una aspiración legítima de los campesinos honestos de Colombia: pan y reconocimiento. 2) Si es hombre, no regale flores ni chocolates; si es mujer, quiérase y no los reciba si intentan dárselos. Los regalos no son nunca desinteresados, son símbolos revelan cómo nos ven los demás y qué concepto tienen de nosotros. Si cree que exagero, pregúntese si regalaría flores o peluches a su marido, padre o amigo para reconocerle un logro personal.

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